
En una dramática decisión de última hora, el gobernador Greg Abbott vetó el domingo el proyecto de ley 3 del Senado (SB 3), deteniendo una prohibición general del THC y los cannabinoides derivados del cáñamo que estaba a punto de entrar en vigor en todo Texas en septiembre.
Lo que proponía la SB 3
De autoría del senador Charles Perry (R-Lubbock) y defendida por el vicegobernador Dan Patrick, la SB 3 pretendía ilegalizar la producción, venta y posesión de prácticamente todos los productos de cáñamo que contienen THC en Texas, incluidos los cannabinoides populares como Delta-8 y Delta-9. Sólo los compuestos no tóxicos como el THC y los cannabinoides derivados del cáñamo pueden ser prohibidos en Texas. Sólo los compuestos no tóxicos, como el CBD y el CBG, habrían seguido siendo legales.
El proyecto de ley también proponía tipificar la posesión de THC como delito menor de clase A, castigado con multas de hasta 4.000 dólares y un año de cárcel. De haberse convertido en ley, la SB 3 habría sido una de las prohibiciones del THC más restrictivas de Estados Unidos, según ABC News.
La ley fue aprobada por el Senado de Texas por 24 votos a favor y 7 en contra, y posteriormente fue aprobada por la Cámara de Representantes en mayo por 87 votos a favor y 54 en contra, preparando el terreno para lo que parecía ser una firma garantizada de Abbott, hasta su inesperado veto.
Un impulso polarizador
El proyecto de ley SB 3 se convirtió en uno de los más debatidos de la legislatura de 2025. El vicegobernador Patrick lo situó entre los «cinco mejores» proyectos de ley de su carrera, enmarcándolo como un imperativo de salud pública en medio de preocupaciones sobre el acceso de los jóvenes y los problemas de salud mental inducidos por el THC.
Sin embargo, la oposición al proyecto de ley se extendió a ambos lados del pasillo. Según una encuesta realizada por la empresa Fabrizio, Lee & Associates, afín a Trump, y citada por el Houston Chronicle, el 70% de los tejanos apoya la legalización del THC con regulación, y el 44% de los republicanos se opone frontalmente a la SB 3, frente al 31% que está a favor.
Preocupaciones económicas y médicas
Los críticos advirtieron que el proyecto de ley amenazaba con devastar una industria de 8.000 millones de dólares que mantiene más de 53.000 puestos de trabajo y genera 267 millones de dólares en ingresos fiscales. Empresarios, veteranos y pacientes que dependen del THC derivado del cáñamo para el dolor crónico o el trastorno de estrés postraumático se pronunciaron enérgicamente en contra de la legislación, advirtiendo de que les empujaría hacia alternativas más peligrosas o ilícitas.
Entre los opositores más visibles se encontraba la antigua estrella de la NFL y leyenda de la Universidad de Texas Ricky Williams, que ayudó a organizar el Proyecto Campeón, una campaña que recogió más de 150.000 firmas instando al veto. Williams, defensor desde hace tiempo de la reforma del cannabis, argumentó que la SB 3 no se ajustaba a la opinión pública ni a la realidad médica.
Por qué Abbott rechazó la SB 3
Abbott permaneció en silencio durante la aprobación del proyecto de ley, pero al vetarlo, emitió una declaración detallada destacando las principales preocupaciones:
- Falta de infraestructura reguladora
- Posibles desafíos legales a nivel federal
- Consecuencias imprevistas para los agricultores y las pequeñas empresas de Texas
«Texas debe promulgar un marco normativo que proteja la seguridad pública, se ajuste a la legislación federal, cuente con una estructura de aplicación plenamente financiada y pueda entrar en vigor sin demora», declaró Abbott. También planteó la idea de regular el THC de forma similar al alcohol, potencialmente bajo la supervisión de la Comisión de Bebidas Alcohólicas de Texas.
¿Y ahora qué?
Tras el veto, Abbott anunció una sesión legislativa especial para el 21 de julio con el fin de desarrollar un enfoque normativo global para los productos consumibles de cáñamo. Esta medida señala un posible alejamiento de la prohibición y un cambio hacia una supervisión estructurada, algo que muchos defensores habían estado pidiendo desde el principio.
Por ahora, se mantiene el statu quo: los productos derivados del cáñamo con menos del 0,3% de THC en peso seco siguen siendo legales en Texas, aunque su futuro dista mucho de estar decidido.